Momentos que te rompen la madre, capítulo 1.

Cuando, por extraño que parezca, te emociona saberte infinitamente triste y solo.

Cuando sientes ternura por el niño que fuiste y miedo por el hombre que eres, y lo buscas -al niño- en tus adentros, para abrazarlo, para protegerlo y descubres que realmente él es es que te abraza y te cuida todo el tiempo; cuando estas borracho y caminas por calles peligrosas (y nada te pasa), cuando tu corazón ya no puede más y tú lo azotas con un látigo y ries como un demente.

Cuando tienes pesadillas y despiertas.

Cuando quieres abandonarte en la mar, sobre un bote sin vela ni remos, para encontrarte contigo mar adentro y titarte por la borda, para ahogarte y entonces decir quellas palabras que nunca pudiste.

Cuando sabes que todos los días son y serán idénticos.

Cuando sabes que dentro de todas las emociones, la depresión es la que tiene el mejor soundtrack.

Cuando una guitarra te desagarra el alma, y la vuelve girones, y se desbordan manantiales de gasolina con azucar en tus venas y se te rompe el corazón, y entiendes que durante seis minutos con 55 segundos alguien entendió como te sentiste en esos momentos terribles que nunca podrás olvidar (cuando niño miraste el ataúd de tu padre descendiendo a la tierra, cuando vomitaste sangre por primera vez, cuando supiste que ella tuvo dos hijos y que su esposo la golpeaba, y cuando ella -otra- te dijo "no te amo"), entonces.

Entonces Pink Floyd toca Confortably numb.