jueves, enero 18

19 de enero de 1809

Entiendo que el joven matrimonio entre David Poe y Elizabeth Arnold pudo haber tenido mejor suerte, sin embargo, su empeño en dedicarse al teatro les significó el rechazo de sus respectivas familias. Es decir, su pasión y amor por la actuación los condenó a la pobreza, a la miseria. A ellos y a sus tres hijos. Quizá en algún momento creyeron que el amor superaría aquellas adversidades, y podrían dar una buena educación a los niños. Lo cierto es que David terminó por abandonar a la familia y Elizabeth murió poco tiempo después.
Edgar tenía solo dos años de edad cuando esto sucedió. Entonces fue adoptado por un matrimonio de muy buen posición económica, los Allan. Pero su padrastro, John Allan, sería para él un acabado símbolo de la intransigencia y la crueldad, mientras que Frances, su madrastra, supliría a su madre biológica con creces, brindándole todo tipo de mimos, atención y amor.
Años después la familia Allan emigraría al viejo continente (descendían de la aristocracia escocesa) donde el pequeño Edgar se entregaría como uno obseso a la lectura y la contemplación, de la que solo lo arrancaría su primer amor, Helen, mujer de la que se enamoró cuando apenas contaba 15 años. Ella por otro lado, era la madre de un compañero de la escuela y tristemente, murió en un delirio febril.
Seré breve. Edgar creció y siendo un joven universitario se destacó por su amplia cultura y sensibilidad, por su refinamiento intelectual. Pero no consumó su prometedora carrera académica ya que también se destacó por tres aficiones que le atrajeron el rechazo social y familiar: el juego, el alcohol y el opio.
Considerando tales antecedentes, su destino se antoja más que predestinado, obvio. Con la maldición de un rechazo familiar a cuestas, desde su nacimiento, y la muerte arrebatándole a sus seres queridos (siempre mujeres) Edgar Allan Poe fue el más representativo personaje de la obra de Edgar Allan Poe: el poeta maldito, vicioso, jugador y apasionado, huérfano y viudo, solitario, soñador e idealista, enemigo de la riqueza y la pereza mental.
Casóse con una niña, su prima Virgina, tan sólo para despertar la envidia de los ángeles del cielo y los demonios de las profundidades marinas, para luego verla morir, en sus brazos. Eso es el Romanticismo químicamente puro, el romanticismo experimentado en la vida real. Con ello, era obvio que su obra se volcara en estos temas. Se habla siempre del momento del “amor” en los personajes de Poe, cuando las mujeres inalcanzables de sus cuentos y poemas son alcanzadas por el enamorado, entonces mueren. Anabelle Lee, Ligeia, Berenice, Leonora, todas ellas son el eterno femenino que se le escurrió de entre las manos en su vida personal; su madre, su madrastra, Helen, Virginia.
Siempre me he preguntado ¿qué sería de las letras si este apasionado hombre hubiese sido más feliz, si los fantasmas femeninos de Poe no hubieran sido tales, sino mujeres tangibles, carnales y terrenas?
En 1849, en pleno proceso electoral en los Estados Unidos, Poe derrocha sufragios a diestra y siniestra, ya que los simpatizantes de los partidos en pugna ofrecen licor a cada votante. Así, el poeta maldito vota una y otra vez, convirtiéndose en el factor que podría inclinar la balanza. La mediocridad y la codicia de uno y otro los lleva a disputarse al borracho, quien no pone resistencia y bebe y bebe, y sufre de deliros que le recuerdan todas y cada una de sus pérdidas. Pero como suele suceder a los grandes hombres, su cuerpo no estaba a la altura de su alma y llega el colapso. El maestro –víctima de la democracia norteamericana- se derrumba, termina tirado en el piso, vestido con harapos, sufriendo fiebres y alucinaciones. De ahí lo llevan al hospital donde muere a los 40 años.
¿Qué sería de la obra de Baudelaire, Quiroga, Cortázar, Burroghs, sin la obra del maestro?, ¿Qué autor hubiera inventado la verosimilitud?, ¿Qué sería del terror, la ciencia ficción, el género policiaco, sin sus relatos?, ¿Qué habría sido del cine sin él, qué del elegante Vincent Price (habría terminado haciendo papeles shekspereanos)?, ¿Hubiera existido Batman y The Crow, o Spawn? Imposible saberlo. No tengo respuestas a estas preguntas, afortunadamente el 19 de enero de 1809 Edgar Allan Poe llegó a este mundo para no irse NUNCA MÁS.
Feliz cumpleaños, MAESTRO.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Compañero, carnal, amigo:
Sus relatos convulsionan, despedazan, conquistan. ¡Que bueno que ha regresado! O, más bien, que bueno que la burocracia y los infiernitos se han hecho aun lado, así sea por el momento, para que usted vuelva a las letras que no son decapitadas por los formularios.
¡Salud! (usted con su bacacho blanco; yo, con mi cerveza indio -¡a mucha honra!-).
M.