Como podrán ver los viejos lectores de este querido –y herido- blog, actualmente me encuentro en una más de sus etapas de reconstrucción, que espero, sea la definitiva. Ha pasado ya más de un año y medio de que comencé con esto, y hasta ahora creo haber dado con la atmósfera que había buscado todo este tiempo. Aunque debo decir que la calidad –y cantidad- de los textos ha ido en picada.
Sin ánimos de hacerla de abogado de mi mismo, creo que es normal dicho bajón. Con esta se anotan 116 entradas, en las que debo decir que muchas no son textos de mi autoría (han desfilado por aquí algunas referencias a música que me gusta, canciones en inglés y en español (algunas traducidas por su servilleta) y notas periodísticas que han despertado mi morbo. Incluso algunas sólo han sido imágenes de mujeres que me gustan o con quienes he tenido la fortuna de compartir algún momento de mi vida (mi querida Milla Jovovivh, siempre tendremos París).
Afortunadamente la ingeniería de estas bitácoras permite etiquetar los textos, la mayor parte de los textos que considero más salvables son aquellos etiquetados como Licantropía, que se refieren a mi vida nocturna, o los de Literatura, que son algunos escritos propios de ficción, o bien, de reflexión sobre lecturas que me han parecido chingonas. Ahora inauguro una etiqueta nueva, Poesía.
Hace algunos años me consideraba poeta, pero tras un concienzudo examen de conciencia –influido por mi estadía en la SOGEM- me descubrí como un narrador con cierto potencial y estilo, nada más. Esto lo digo sin falsa modestia ni soberbia. A fin de cuentas, cualquier gato –yo soy un ejemplo- puede mejorar en su narrativa si dispone de tiempo para escribir y escribir. Los poetas no.
Los poetas tienen una sensibilidad especial, los poetas no mejoran: o son buenos, o no son poetas.
Yo no soy poeta, pero de repente hago mis textitos en verso, la mayoría son pésimos, pero otros me parecen aceptables. Este data del año 2003 y se lo escribí a una mujer que en su momento me mandó al diablo (no la culpo). No está demás decir que éste, como todos los escritos de mi autoría, está protegido por distintas leyes: la ley de derechos de autor, la ley del karma, la del talión, la de la selva, la ley del monte, y la del más fuerte.
Cabrón miserable
de Rogelio Flores
Aquella tarde
sin aviso previo, ni una sola palabra
llegó tu ausencia
para cruzarme el rostro,
con un par de puñetazos,
tirando completa una fila de mis dientes.
Lo juro, yo no la había visto
simplemente la sentí
al golpearme.
Aquella tarde
llego tu ausencia más venenosa a decirme:
“No te será tan fácil librarte
de mí”.
“No te será tan fácil
imbecil,
ya lo verás”.
No supe que hacer
ni que decir
tan sólo me llevé las manos a los labios llenos de sangre
me agaché
y esperé que se fuera.
Pero se quedó ahí,
solita
nerviosa,
temblando de tristeza,
diciéndome
“cabrón, miserable”.
Con miedo cerré los ojos
hasta que
por fín
como llegó
se fué.
Sólo entonces
pude recoger mis dientes
(tuve que buscarlos por todo mi cuarto).
Uno a uno los tomé
para guardarlos en una cajita
que hoy te envío
acomodados
en forma de sonrisa
displicente.
4 comentarios:
Mi Dandy:
No mame, usted sí es poeta. Basta con que alguno de sus escritos conmuevan, conduzcan, desgarren, rompan la madre. Conmigo lo ha hecho.
Abrazos.
M.
La poesía es un vehículo que nos transporta por diferentes emociones y sentimientos, una poesía bien hecha, y eso que no sé mucho de poesía y menos escribirla, es la que te posee y te hace adentrarte muy profundo en tu mente y en el corazón. Me gustó demasiado.
MX
Bonita plantilla, algo jotolona, pero bonita.
Óigame usted: ¿qué cree que soy su pinche burla, que regresa y no se reporta?
Nomás por esa afrenta te vas a tener que chingar unas cubas conmigo.
Tú pones la fecha y el lugar (de preferencia con damiselas inalcanzables)
Un abrazo.
El Vega
MX, gracias por el comentario, ya pronto escribiré (o mejor dicho postearé, ya estan hechos) algunos textos de este tipo. Me niego a llamarlos poemas.
Maestro Vega, no se me esponje, usted sane que lo quiero harto. Repitamos algo así como lo del Covadonga, invitamos a Luillo y a sus alumanas, que no?
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