jueves, mayo 24

Tú tienes, personalidad

Escoja su Dandy favorito, disponibles los modelos Arrabalero, Poeta
Maldito, Chico New Wave y Licántropo. No incluyen baterías.


Señoras, señoritas y bestias salvajes. Revisando viejas lecturas me encontré con cierto cabrón, que si bien en un momento se robó toda mi admiración, luego me pareció muy pretencioso y efectista. Pero somo será la vida que después de unos añitos, nos pone a todos en nuestros lugar y madres!, aparece de nuevo ente mis ojos este personaje para dejarme con el ojo cuadrado. Y de nuevo, confieso que me parece un peso completo.

Como lo habrán notado sigo trabajando en la remodelación de este blog, y bueno, como parte de la manita de gato y eventual "relanzamiento", me he permitido subir un texto del personaje en cuestión, que no es otro que Oliverio Girondo (no daré más datos sobre él, si no le conocen ahí esta la wikipedia, shu, shu!). Y bueno, lo hago en parte por la emoción de reencontrarme con su lectura, en parte porque no tengo nada escrito por mí, y en parte porque ahora, a mis 32 añotes, sigo siendo un tipo inmaduro y emocionalmente inestable, y bueno, esto me define a la perfección. Así pues sirva este texto a manera de presentación. Además de lo que viene ahí -y esta es una cortesía para los nuevos lectores, si es que hay nuevos- haré una breve exposición de mi persona:

Yo soy un chavo de onda y me pasa el rock and roll.

***

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un conglomerado, una manifestación de personalidades.

En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado crónico de erupción; no pasa media hora sin que me nazca una nueva personalidad.

Desde que estoy conmigo mismo, es tal la aglomeración de las que me rodean, que mi casa parece el consultorio de una quiromántica de moda. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.

¡Imposible lograr un momento de tregua, de descanso!

¡Imposible saber cuál es la verdadera!

Aunque me veo forzado a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de que me pertenezcan.

¿Qué clase de contacto pueden tener conmigo —me pregunto— todas estas personalidades inconfesables, que harían ruborizar a un carnicero? ¿Habré de permitir que se me identifique, por ejemplo, con este pederasta marchito que no tuvo ni el coraje de realizarse, o con este cretinoide cuya sonrisa es capaz de congelar una locomotora?

El hecho de que se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, para enfermarse de indignación. Ya que no puedo ignorar su existencia, quisiera obligarlas a que se oculten en los repliegues más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... de una falta de tacto...

Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de trasatlántico. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio olímpico por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de toda especie, discusiones que no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya que tienen que vivir juntas, ¡pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, que me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aquélla desea que me acueste con todas las mujeres de la ciudad, ésta se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige que me levante junto con las gallinas.

Mi vida resulta así una preñez de posibilidades que no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas que se entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me cuesta un tal cúmulo de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, que prefiero renunciar a cualquier cosa y esperar que se extenúen discutiendo lo que han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.


Oliverio Girondo

5 comentarios:

Anónimo dijo...

mi dandy favorito
mmmmmmm
veamos
el de barba y pelo largo wow
el chico new wave wow
arrabalero wow
el alcohólico fashion wow

mmmmm

Rogelio Flores dijo...

Tenemos más modelos en la bodega, por cierto.

Anónimo dijo...

y se podría saber cuáles son esos modelos? son reales y apapachables?
con aroma y dientes R.S. integrados? traen poeta maldito de bolsillo integrado?

Rogelio Flores dijo...

Mmm qué son los dientes R. S.?
Con respecto al poeta maldito de bolsillo me temo que no, cada modelo es tamaño natural.
Son algo así como las real dolls pero Región Chopo, y como al buen Demostenes solo hay que alimentarlos 3 veces al día (y curarles las crudas, por supuesto).

Anónimo dijo...

los dientes R.S. son esos que se parecen a los del buen vocalista de the cure...por otro lado usted mismo podría curarse las crudas nada más ni nada menos que leyendo su propio libro...jejeje. pero si quiere puede ser un pozolito y unas tostadas de coyoacan.