El amante de Janis Joplin, once razones para amarla

Are you Kriss Kristofferson?

1. Porque el héroe es el tonto del pueblo, tal como si el Macario de Juan Rulfo, en vez de nacer cerca de Comala, lo hubiese hecho en un pueblito sinaloense. Él, David Valenzuela, el amante de Janis Joplin; podrá ser muy inocente, incluso estúpido. Pero le sobran corazón y huevos. Muchos huevos.
2. Porque se narra en los años sesenta, y nos muestra las entrañas del México que fue violado repetidas veces por la corrupción, el abuso y la impunidad; caldo de cultivo de donde emergería el narco. Sin embargo muestra la otra cara de la moneda, la gente derecha y noble. Y entonces uno entiende muchas cosas.
3. Porque, como diría Enrique Serna en Las caricaturas me hacen llorar, cuando se ahonda en el alma de los políticos corruptos y los policías de corazón negro, los narcos resultan ser unos tipazos adorables.
4. Porque la mayor aspiración de David es ser (o volver a ser) el amante de Janis Joplin. Y ella representa el espíritu de los sesenta, ese momento en que los jóvenes se la jugaron por un mundo mejor. ¿Qué perdieron la batalla ante los poderosos? Eso ya lo sabemos, y la verdad, nos viene valiendo madre.
5. Porque la amistad de los tres protagonistas, el ya mencionado amante de Janis Joplin, David; Gregorio, el guerrillero valiente, y Santos, el narco (y único sobreviviente), arranca las lágrimas.
6. Porque es un caleidosópio de olores, sonidos y sabores del desierto y el mar. Sabe y huele a camarón, y se escucha como blues y narcocorrido.
7. Porque es la versión moderna de David y Goliat, con la diferencia que Goliat es una hidra de mil cabezas y tiene todas las de ganar y a la ley de su lado (y habemos varios que a pesar de esos pronósticos, siempre le iremos a David).
8. Porque otro narco que es igualmente a toda madre, se llama Pedro Infante.
9. Porque es como un churro de mota que no quieres que se acabe.
10. Porque es mejor que La Reina del Sur, de Arturo Pérez Reverte, de hecho, el padre del Capitán Alatriste reconoce a Élmer Mendoza como su maestro.
    
11. Porque la prosa de Élmer Mendoza es alucinante, hipnótica y certera como un lanzamiento del Toro Valenzuela. Qué cosa tan chingona.
    

Algunas reseñas (porque esto no fue una reseña), con sólo dar click a los números: 1, 2 y 3.