miércoles, agosto 20

Nomás no se encabrone, maestro

Cuando este caballero recibió el Premio Nobel de Literatura, lo dedicó a los escritores jóvenes, ni más, ni menos. A manera de agasajo y reconocimiento, se le invito a desayunar a la Casa Blanca, invitación que declinó alegando que no acostrumbraba el desayuno pues siempre se despertaba muy tarde.


Llegé tarde y un poco decepcionado, sin saber a que podría atribuirle mi frustración. Obviamente lo que más me hacía ruido en la cabeza era haber presentado un trabajo deleznable, que no mereciera la menor consideración académica (eso por supuesto me lo susurraba mi parte humilde). Aunque también, debo confesarlo, otra idea se me incrustó en la cabeza como un dardo lanzado en un bar de fresas; que como yo carecía de un padrino literario, por eso no me hebían considerado como merecedor a un apoyo estatal (esto me lo gritaba mi parte soberbia, como un borracho inexperto). Alcé mis ojos al olimpo fotográfico que tengo sobre mi escritorio y miré las fotos de los maestros que me vigilan en silencio. Me acerqué entonces un pomo de bourbon, que me vendió un charlatán en la Lagunilla, por cierto. Al abrirla suspiré, lamentándome por no haber visto mi nombre entre los becarios de la emisión 2008 del FONCA (en novela, para ser más preciso), cuando el fantasma de William Faulkner apareció cual si fuese el genio de esa botella.

Entonces me dijo mientras se limpiaba los bigotes:


"El escritor no necesita libertad económica. Todo lo que necesita es un lápiz y un poco de papel. Que yo sepa nunca se ha escrito nada bueno como consecuencia de aceptar dinero regalado. El buen escritor nunca recurre a una fundación. Está demasiado ocupado escribiendo algo. Si no es bueno de veras, se engaña diciéndose que carece de tiempo o de libertad económica. El buen arte puede ser producido por ladrones, contrabandistas de licores o cuatreros. La gente realmente teme descubrir exactamente cuántas penurias y pobreza es capaz de soportar. Y a todos les asusta descubrir cuán duros pueden ser. Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte. Los que son buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos. El éxito es femenino e igual que una mujer: si uno se le humilla, le pasa por encima. De modo, pues, que la mejor manera de tratarla es mostrándole el puño. Entonces tal vez la que se humille será ella."

"Así que a escribir".

Por supuesto, respondí sorprendido, nomás no se encabrone, maestro; estamos chupando tranquilos.

Y le acerqué la botella.


2 comentarios:

Atzin dijo...

Y usted no deje de escribir, que eso lo hace a toda madre.
¡Ánimo!
Un abrazo fortísimo.
M.

Dash dijo...

Broder, espero que todo ande bien por allá, sabes que cuenta con todo el apoyo de la banda.

A ver si nos vemos para ir a las conferencias de comics que te habia dicho no?

Creo que cuesta $250 los tres dias y y es la próxima semana, se ve prometedor.

Te dejo el vinculo para que chekes lo que llevo del Joy:

Http://joydivisionvive.blogspot.com